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ZONA ALMEYDA. MUSEO MILITAR

Una parte de la superficie que abarca esta zona de la ciudad es el Conjunto Histórico del Toscal que se alinea alrededor de tres ejes principales con dirección sur-norte: calle de la Rosa, calle Santiago y calle San Miguel.

A lo largo de la Avenida Francisco la Roche podrá encontrar una amplia oferta culinaria y de ocio. Por otro lado, al final de dicha Avenida, se sitúa la carretera que nos lleva al barrio de San Andrés, a la Playa de las Teresitas y al Parque Rural de Anaga (Declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco).

En esta zona de la ciudad hay que destacar los siguientes enclaves:

FUERTE DE ALMEIDA Y MUSEO MILITAR

Al norte del núcleo urbano, al final de la calle San Francisco, un promontorio de forma más o menos triangular caía abruptamente por el Naciente sobre la que antiguamente se llamaba playa de Roncadores, a cuya vera corría el camino de San Andrés. Su lado más corto miraba hacia la población y por la parte de tierra lo hacía sobre el barranco de Ancheta, al que poco antes de llegar al mar se unía –y aún se une bajo las Ramblas- el de La Leña, dando lugar a un solo cauce en su desembocadura. Aquel lugar más o menos aplacerado donde rompían las olas, tuvo por primer nombre playa del Varadero, pues allí se hacían y reparaban navíos en el siglo XVI. Piloto y propietario de uno de aquellos barcos fue Juan de Almeida, y es muy posible que este personaje –como ocurrió en la Caleta de Blas Díaz y el barranco de Santos- diera su actual nombre al lugar.

En el lado que miraba al mar existía, al menos desde el siglo XVII, una huerta llamada de los Melones, que daba nombre al camino que desde ella subía en cuesta por el margen derecho del barranco de Ancheta, y a una batería artillera situada hacia el mismo lado del barranco, la batería de los Melones. Este es el primer antecedente del Fuerte de Almeyda, cuya construcción comenzó en 1859 bajo la dirección del general de Ingenieros Salvador Clavijo y Plo, con dos objetivos fundamentales. El primero, ante el hecho de que ya los buques de guerra disponían de una potente artillería que podía con un solo impacto destruir toda una batería a barbeta o apenas defendida tras parapetos almenados, se hacía imprescindible proteger las defensas costeras que debían hacerles frente con sólidas fortificaciones. El segundo, por primera vez se trataba de proteger la plaza tanto de los ataques desde el mar como de los de tierra, por si el enemigo lograba desembarcar por otros puntos de aproximación, tal como había ocurrido en el primer intento de Nelson por el Bufadero. De haberse llevado a cabo completo el proyecto de Clavijo, Santa Cruz hubiera dispuesto de la más importante fortificación de Canarias, pero las restricciones económicas hicieron imposible su total realización.

Hoy, de todo el complejo defensivo han quedado el edificio central, las casamatas soterradas del frente marítimo y poco más. Como recuerdo de su actividad de antaño nos queda la denominación de la contigua calle del Saludo, en memoria de las salvas que desde allí se hacían, desde la muralla que miraba al mar, a los barcos que llegaban a puerto.

Con la construcción de varios pabellones para albergar la tropa y los servicios, el lugar sirvió durante años de acuartelamiento al Regimiento Mixto de Artillería n.º 93 hasta su trasladado, y actualmente es la sede del Centro de Historia y Cultura Militar y del Museo Histórico Militar de Canarias.

El Centro aglutina y coordina toda la actividad cultural de las Fuerzas Armadas en Canarias y tiene convenios de colaboración con las universidades de La Laguna y de Las Palmas de Gran Canaria, siendo de destacar su labor en el campo de publicaciones y de organización de ciclos de conferencias, que abarcan no sólo los temas militares sino también históricos y culturales. De él depende el Museo Histórico Militar, uno de los mejores del país, fundado por el coronel Juan Arencibia de Torres en 1988, en la etapa de su mando del Regimiento.

En las salas del antiguo fuerte se muestran al público innumerables testimonios, materiales, gráficos y documentales de la historia de Canarias, entre los que destaca la monumental maqueta de Santa Cruz de Tenerife que representa la población que intentó tomar el contralmirante inglés Horacio Nelson en 1797, con efectos audiovisuales, aparte de poder admirar el famoso cañón “El Tigre”, temporalmente expuesto en el subsuelo de la Plaza de España, y las banderas británicas capturadas al enemigo en su intento de conquistar la Isla.

Estas salas resultan ya insuficientes para exponer todo el material disponible, por lo que se está buscando la fórmula de habilitar también las casamatas soterradas –que poseen una original tipología constructiva- para una necesaria ampliación. De todas formas, hay que tener en cuenta que tanto el edificio central como las casamatas, una vez debidamente restauradas, constituyen en sí mismos elementos que forman parte de la riqueza museística del recinto.

Por otra parte, toda el área del antiguo acuartelamiento es parte integrante del museo, pues en el exterior se expone el material pesado que no tiene cabida en las salas.

Los pabellones que en su tiempo albergaron las tropas y los servicios del Regimiento de Artillería, debidamente acondicionados acogen hoy una nutrida biblioteca de temas históricos y militares y el completísimo Archivo Histórico Militar, con unos dos millones de documentos, al servicio de los investigadores e interesados en temas históricos, que disponen de salas de estudio y consulta.

LOS LAVADEROS

Durante los dos primeros siglos de su historia, los habitantes de Santa Cruz que no disponían de pozos o aljibes en sus casas tenían que hacer la colada aprovechando las corrientes de los barrancos y barranquillos. Una situación que se palió en 1706, cuando los vecinos dispusieron de una fuente pública de la que poder surtirse de agua. Pese a ello, la costumbre de lavar en barrancos continuó vigente, aunque hubo que esperar hasta 1820 para que el procurador síndico Vicente Martinón pidiera en el Ayuntamiento la construcción de unos lavaderos públicos, iniciativa que tardaría más de veinte años en hacerse realidad.

En 1835 se acordó pedir licencia al Rey para poder aplicar a la construcción de unos lavaderos municipales, durante el tiempo que fuera necesario, la mitad del impuesto que se cobraba sobre vinos y licores para atender el mantenimiento de las atarjeas públicas. El año siguiente, el regidor comisionado, Gregorio Asensio Carta, presentó el proyecto con su presupuesto y pidió se designase el lugar en que debían construirse. Tardó el Ayuntamiento en decidir su ubicación y todavía tres años más en disponer del terreno apropiado al margen del barranco de Ancheta –terrenos adquiridos a la familia Grandy-, justo en el lugar a que llegaba la atarjea que abastecía la población.

No obstante, los problemas económicos y la dificultad para proveerse de madera para la obra, retrasó su inauguración hasta 1842. La renta de la nueva instalación se sacaba a subasta todos los años por una módica cantidad que pasaba a engrosar los ingresos municipales, aunque frecuentemente el municipio tenía que ocuparse de su administración por falta de licitadores.

Aquel punto quedó señalado como el terminal de las mediciones que se hacían periódicamente para determinar las posibles pérdidas de la atarjea, entre el caudal que manaba en los nacientes del Monte Aguirre y el que llegaba a la ciudad, que a veces apenas superaba el cincuenta por ciento. A lo largo de su no muy brillante historia –denuncias por falta de higiene, restricciones de agua, falta de mantenimiento, etc.- a partir de 1900 sus instalaciones se usaron ocasionalmente para fines tan dispares como almacén, cuadra de sementales o cocinas económicas en épocas de epidemia.

Su instalación dio origen al barrio que lleva su nombre y que se asienta en el margen derecho del barranco. De planta cuadrada, dispone de sesenta piletas, quince por crujía, en cuyo centro se sitúa el aljibe para el agua, y es un singular ejemplo y auténtica reliquia de arquitectura industrial único en Canarias. Restaurado, su estado de conservación es bastante bueno y actualmente sigue siendo propiedad municipal, dedicado actualmente a sala de arte y exposiciones que lleva el nombre de Los Lavaderos y que se encuentra ubicada en la calle Carlos Chevilly.

Hotel Náutico

El hotel Náutico está ubicado en la Avenida Profesor Peraza de Ayala nº13. Se inauguró en 1990 y fue reformado en 2006. Cuenta con un total de 40 habitaciones.

 

COMPRAS:
Con una media de 21 grados centígrados durante todo el año, Santa Cruz ofrece la posibilidad de comprar en la mayor zona comercial abierta de la isla. Comercio cercano y grandes marcas se mezclan en un entorno al aire libre donde vecinos y visitantes hacen de comprar, una experiencia única. Cuenta con una significativa variedad de tiendas, cafeterías, bares y restaurantes para pasar un agradable día de compras y de ocio. En la ciudad están presentes las mejores boutiques y marcas internacionales donde las últimas tendencias se exponen en sus escaparates. En sus calles comerciales conviven grandes almacenes y galerías comerciales con el comercio tradicional en donde destaca el trato personalizado y la calidad de sus productos. Todo ello en un entorno agradable y cercano, que invita al paseo y a visitar la ciudad a través de sus parques, plazas y jardines y a sentarse a “tomar algo” en alguna de sus muchas terrazas.

La cercanía de los comercios y restaurantes entre sí hacen de la visita a Santa Cruz una experiencia única, además de contar la ciudad con fáciles accesos dotados con suficientes plazas de aparcamientos y servicios de transporte público: tranvía, guagua y taxi.

Le proponemos conocer la ciudad a través de algunas de las siguientes rutas comerciales:

Ruta  Centro 1: Calle Pérez Galdós, calle Viera y Clavijo, calle Méndez Núñez, calle Pi y Margall, calle Suárez Guerra, calle El Pilar, Centro Comercial Parque Bulevar, calle La Rosa y calles próximas. Disfruta de una experiencia de compras, en la que podrá encontrar todo tipo de tiendas de ropa, complementos, calzado, joyas, relojes, perfumes…La ruta se caracteriza por concentrar gran cantidad de boutiques y ropa de firma, con una atención exquisita y una variada oferta de prendas únicas.

Ruta Centro 2: Plaza de La Candelaria, calle Castillo, calle Imeldo Serís, Calle Valentín Sanz, Calle Bethencourt Alfonso y calles próximas. En pleno centro de la ciudad encontrarás la calle Castillo, área tradicionalmente comercial en la que destacan todo tipo de franquicias internacionales y cadenas comerciales de moda. La ruta se extiende alrededor de esta calle, que nace en la Plaza de Candelaria y llega a la plaza de Weyler.

Ruta Ramblas: Plaza Weyler, Rambla Pulido, Rambla de Santa Cruz y calles próximas. Esta Ruta se caracteriza por que la actividad comercial se localiza en torno a dos Ramblas: Rambla de Santa Cruz y Rambla de Pulido. Podrá encontrar una variada oferta comercial caracterizada por el trato amable y la calidad de los productos. En la Rambla de Santa Cruz se encuentran la exposición de esculturas en la calle haciendo la experiencia de las compras más agradables.

Ruta Centros Comerciales: Esta ruta se caracteriza por la presencia de grandes superficies y centros comerciales alrededor de los cuales se pueden encontrar un amplio conjunto de tiendas y restaurantes para todos los gustos. Tiene como ejes principales las Avenidas Tres de Mayo y Manuel Hermoso Rojas, Calle Álvaro Rodríguez López, Calle Aurea Díaz Flores, Avenida La Salle y calles próximas. En la ruta se puede disfrutar de una importante oferta de ocio tanto en el interior de los centros comerciales (cines, restaurantes, servicios personales) como en el exterior (Auditorio de Tenerife Adán Martín, Recinto Ferial de Tenerife, Parque Marítimo César Manrique y Palmetum).

Ruta Mercado: La Recova, Rambla Azul, centro comercial de la Recova y el Rastro de Santa Cruz (solo los domingos). En esta ruta se puede visitar una de las zonas con mayor actividad comercial de Santa Cruz. Su núcleo central lo constituye el Mercado de Santa Cruz de Tenerife, La Recova, abierta desde 1944 y heredera de la Recova vieja, que se remonta al siglo XIX. En La Recova podrá encontrar los alimentos más frescos de Canarias y de todo el mundo. Está especializada en frutas y verduras, carnes y pescados, aunque en ella puede adquirir todo tipo de alimentos, así como productos típicos.

El edificio, donde se encuentra La Recova, es de estilo neocolonial y está dispuesto en 2 grandes plantas, con patios abiertos agradables para el paseo y para deleitarse admirando la gran variedad de alimentos frescos a la venta. También dispone de cafetería con terraza para descansar y degustar bebidas y comidas de todo tipo. El horario del Mercado Nuestra Señora de África es de lunes a sábado de 06:00 a 14:00 horas y domingos de 07:00 a 14:00 horas.

Junto al mercado se encuentra la Rambla Azul cuyo horario es de lunes a domingo de 09:00 a 14:00 horas y el Centro Comercial con más de 40 tiendas y cafeterías, y cuyo horario es de lunes a sábado de 09:00 a 21:00 horas y domingo de 09:00 a 15:00 horas.

El Rastro de Santa Cruz es un mercadillo que se celebra los domingos por la mañana en la Avenida José Manuel Guimerá y en torno de la Recova, prolongándose hasta la Calle Bravo Murillo. En éste se puede encontrar variedad de artículos, antigüedades, prendas y complementos de primera y segunda mano en un ambiente festivo y familiar.

 

GASTRONOMÍA:
Como corazón de Tenerife, Santa Cruz alberga una amplia oferta gastronómica. Todas las partes del mundo estén representadas en el municipio. Un lugar en el que el sector gastronómico ha experimentado un crecimiento notable en los últimos años y que está caracterizado por una zona metropolitana que alberga ya dos estrellas de la prestigiosa Guía Michelin.

La gastronomía de un pueblo es sin duda, seña de su identidad e idiosincrasia. En este sentido, las Islas Canarias pueden presumir de una cocina sencilla y original, tanto en la elección de los ingredientes como en los procesos de elaboración de sus platos, basada en la herencia guanche y con una clara influencia española.

Sin embargo, a pesar de su sencillez, la cocina tradicional canaria es auténtica y rica en sabores que le otorgan una personalidad propia, a lo cual han contribuido el clima del archipiélago y la utilización de los productos cercanos del mar y la tierra.

Entre los ingredientes de la cocina tradicional canaria, son de reconocido protagonismo, productos del mar tales como los pescados y moluscos, siendo los más destacados la vieja, pescado blanco de sabor suave, el choco, una especie de calamar de mayor tamaño, o el cherne, pescado que se consume en salazón o cazuela.

De la tierra, la batata y la papa, siendo ésta última famosa en su versión “papas arrugadas” (papas hervidas con su cáscara), son indiscutibles acompañantes de carnes y pescados. Productos de la huerta como el tomate, la cebolla, el ajo, el pimiento y la pimienta, la calabaza y el calabacín o “bubango”, los berros, el cilantro y el perejil, tienen aplicación en potajes, pucheros, y en la preparación de la famosa salsa canaria “el mojo”, en sus dos versiones, verde (de cilantro) o “colorado” (mojo picón).

Respecto a las carnes, destaca la elaboración de platos basados en el cerdo, el conejo y el cabrito, preparados como guisos en salsa, fritos o asados.

La leche de cabra es el ingrediente básico de los quesos canarios, que se consumen frescos, semicurados o curados e incluso ahumados.

Pero hay un producto de la cocina canaria, derivado de cereales como el maíz, el trigo o la cebada, que se ha consolidado como “símbolo” de la cultura gastronómica de las islas, hablamos del “Gofio” (molienda fina y tostada de estos cereales), que tiene múltiples aplicaciones culinarias, pues el gofio ha sido el “pan de los canarios” amasado con agua y sin cocción, se consume “revuelto” con caldos (escaldón) o potajes, e incluso mezclado con miel y almendras, a modo de postre. Su consumo está tan generalizado, que, en muchos hogares, se estila “desayunar” mezclando el gofio con leche y azúcar. Otros productos, complemento de la gastronomía de las Islas Canarias son los caldos o vinos canarios, de los cuales Tenerife es ejemplo. La isla se divide en cinco regiones o comarcas vinícolas, estando Santa Cruz de Tenerife enmarcada dentro de la Comarca Tacoronte- Acentejo.

Una de las tendencias que más auge está alcanzando en los últimos años, ha sido la diversificación de la cocina tradicional dando lugar a una nueva rama más creativa y contemporánea, llamada “Cocina de Autor”, que si bien conserva su base en el uso de productos tradicionales, innova a través de la introducción de nuevos y exóticos ingredientes, muchos de ellos foráneos, mezcla de sabores que aportan originalidad a la receta y hace énfasis en la presentación de los platos, convirtiéndose éstos en creaciones artísticas de los expertos cocineros.

El sector de la restauración del municipio de Santa Cruz de Tenerife lo tiene “todo”. El visitante puede encontrar lo mejor de la cocina tradicional presente, mayoritariamente, en los restaurantes o “guachinches” de la zona de Anaga, y en el resto de la ciudad, se pueden encontrar establecimientos que ofrecen desde cocina tradicional canaria y exquisita cocina de autor o creativa, hasta una amplia oferta de gastronomía regional española, tascas de “tapeo” y gran variedad de restaurantes de cocina internacional.